Para poder definir los requisitos del servidor, es necesario tener datos sobre qué es lo que va a hacer el software y sobre qué volumen de datos y qué tipos de acceso a los mismos. No sirve de nada decir que hay 200+200 empleados. Por ejemplo, un único
empleado que ejecuta una aplicación super-sofisticada que realiza un complejísimo proceso que envía cada segundo centenares de consultas super-costosas requeriría un servidor más grande que 400 empleados que ejecutan una aplicación sencillita que solo necesita
enviar al servidor una diminuta consulta cada varios minutos.
Normalmente los desarrolladores de la aplicación tienen ya realizadas pruebas de carga con su aplicación y tienen tablas de dimensionamiento que indican los requisitos de servidor en función del volumen de datos y número de usuarios. Dichas tablas varían
enormemente de una aplicación a otra y según el volumen de datos, así que es necesario conocer la aplicación antes de ponerse a dimensionar el servidor.
No pienses en el "Sistema Operativo a instalar". Piensa prioritariamente en la aplicación que vas a instalar, y luego utiliza el sistema operativo que requiera la aplicación. La aplicación es lo más importante, porque es lo que los usuarios van
a ver y utilizar y en donde se van a consumir sus horas de trabajo. El TCO del sistema informático (Total Cost of Ownership - coste total de propiedad) va a venir fundamentalmente fijado por este dato (el tiempo que los empleados pierdan o no pierdan dependiendo
de lo bien que la aplicación se adapte a sus necesidades). En comparación con esto, el coste que pueda tener el sistema operativo es insignificante. No merece la pena ni pensar en ello siquiera mientras no tengas elegida la aplicación, y una vez elegida ésta,
el sistema probablemente vendrá impuesto por la aplicación.